La terapia gestalt es un método integrativo, que comprende el ser humano a nivel corporal, cognitivo y anímico, tomando también en consideración su entorno.
El espacio vital de una persona y ésta es un todo unido e inseparable, en constante interacción y movimiento. Por eso el proceso psicoterapéutico en la terapia gestalt es la relación psicoterapéutica.
Encuentros, donde se valora y aprecia aquello que ocurre a través del contacto entre psicoterapeuta y cliente.
No sólo los contenidos de la conversación, sino también la voz, la postura corporal, la respiración… son tomados en consideración.
Así se pueden reconocer y entender los diferentes patrones de comportamiento que se desarrollaron en momentos críticos en la vida. Se desarrolla una conciencia de cómo las personas desarrollan y mantienen estos patrones.
Esta es una buena base para hacer cambios en el presente, ganar otra perspectiva y ampliar las propias posibilidades de acción.
El marco protector de la terapia ofrece la posibilidad de probar nuevos comportamientos y reacciones, que amplían tanto la manera de sentir, como el repertorio de comportamientos. De este modo las personas ganan de nuevo la capacidad de tomar la responsabilidad sobre su propia vida, así como la libertad que ofrece el ser capaz de ver más alternativas.
La terapia gestalt es un método integrativo, que comprende el ser humano a nivel corporal, cognitivo y anímico, tomando también en consideración su entorno.
El espacio vital de una persona y ésta es un todo unido e inseparable, en constante interacción y movimiento. Por eso el proceso psicoterapéutico en la terapia gestalt es la relación psicoterapéutica.
Encuentros, donde se valora y aprecia aquello que ocurre a través del contacto entre psicoterapeuta y cliente.
No sólo los contenidos de la conversación, sino también la voz, la postura corporal, la respiración… son tomados en consideración.
Así se pueden reconocer y entender los diferentes patrones de comportamiento que se desarrollaron en momentos críticos en la vida. Se desarrolla una conciencia de cómo las personas desarrollan y mantienen estos patrones.
Esta es una buena base para hacer cambios en el presente, ganar otra perspectiva y ampliar las propias posibilidades de acción.
El marco protector de la terapia ofrece la posibilidad de probar nuevos comportamientos y reacciones, que amplían tanto la manera de sentir, como el repertorio de comportamientos. De este modo las personas ganan de nuevo la capacidad de tomar la responsabilidad sobre su propia vida, así como la libertad que ofrece el ser capaz de ver más alternativas.